Descripción
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo. Juan 16:33. Este versículo que recoge las palabras de Jesús a Sus discípulos no puede ser más claro para ayudarnos a deshacernos de las falsas promesas y ofertas baratas de un Evangelio diluido que se predican en muchos lugares en estos tiempos.
Y es precisamente en esos momentos que surgen preguntas tales como “¿Es Dios confiable?, ¿Puedo confiar en Dios? ¿Está Dios en control de las cosas “malas”?
En este libro profundizarás en el conocimiento del Dios Soberano, Omnisciente (por lo que no podemos cuestionar que no sabe lo que está haciendo), y nos ama con un amor perfecto, eterno; por lo que todo lo que hace es con un propósito de bien para nosotras.
Y según el autor es precisamente conocer mejor Su carácter (Soberanía, Omnisciencia, Bondad, Amor) lo que diferencia al cristiano en medio del sufrimiento de alguien que no lo es: la confianza de que nuestro sufrimiento está bajo el control de un Dios todopoderoso, todo amor; que lo permite con un propósito como parte de Su plan eterno, por lo que redundará en Su gloria y en mi bien.
Enfocarnos en Su carácter impedirá que ante la adversidad cuestionemos la soberanía, sabiduría y amor de Dios revelados en la Palabra; y ésta debe gobernar nuestra mente. No significa que no experimentaremos el dolor, sino que éste no nos haga pensar mal de Dios.
Algunas palabras de precaución del autor respecto a Su Soberanía:
- Debe motivarnos a orar, y no convertirse en una excusa para adoptar una piedad fatalista;
- Dios no ha revelado dónde termina Su soberanía y dónde empieza nuestra responsabilidad; por eso no debo excusar mi pecado alegando que “Dios está en control”;
- Debemos ser muy sensibles para instruir a alguien acerca de la soberanía de Dios, y animarlo a confiar en El en medio de la adversidad y el dolor;
- Es mucho más fácil confiar en la soberanía de Dios cuando es otra persona la que está sufriendo;
- No “santifiquemos” nuestra indiferencia ante el dolor ajeno, con la frase “Dios está en control”.