La Cita Divina
Por G. Gordon Lewis el 10th Mar 2024
Hace varios días yo tenía tres botes de plástico llenos de gasolina que quería transportar desde mi lugar de trabajo hasta mi casa. Como las latas emitían vapores nocivos, en lugar de colocarlas en el baúl de mi auto, decidí dejarlas directamente detrás de mi auto estacionado hasta que estuviera listo para salir del trabajo. Sin embargo, por “suerte”, terminé trabajando hasta después del anochecer. Cuando salí de la oficina, por “suerte”, la parte delantera de mi auto estaba iluminada por una luz de la calle, pero no la parte trasera, y entré en mi auto y me fui sin las latas de gasolina. Me acordé de las latas unas quince millas más tarde, pero ya estaba demasiado lejos para regresar a buscarlas.
A la mañana siguiente, me desperté con los botes de gasolina en la mente. ¿Seguirían allí cuando llegara a trabajar? Ese día llegué a trabajar más temprano de lo normal y, para mi alivio, los botes de gasolina estaban justo donde los dejé. Resolví salir del trabajo antes del anochecer ese día para recordar poner las latas en el baúl, y así las dejé en el mismo lugar detrás de mi auto.
Más tarde esa misma tarde, un compañero de trabajo me dijo que una mujer acababa de quedarse sin gasolina cuando iba con su hija a una cita médica. “Afortunadamente”, ella pudo conducir hasta nuestro estacionamiento antes de que su camioneta se detuviera. Escuché distraídamente mientras mi colega informaba esta noticia. Después de varios minutos, volví con él y le dije: “Espere, ¿usted dijo que ella se quedó sin gasolina?” Él confirmó que así era. Recordé los botes de gasolina todavía en el estacionamiento, algo fuera de la vista, tal vez a cincuenta pies de la camioneta de la mujer.
¿Recuerda mi blog anterior “¿Cuál Era el Prójimo?”? Al final de ese blog, confesé que yo no habría estado dispuesto a regalar un par de cables de puente a un extraño, incluso si tuviera un par extra. Sin embargo, le había pedido a Dios que me hiciera un mejor prójimo en el futuro. Este blog quedó vívido en mi mente ya que al instante supe qué hacer. No fue un “accidente” que la camioneta de esta mujer extraña se hubiera quedado sin gasolina en nuestro estacionamiento. No fue un “accidente” que, por primera vez desde que tengo memoria, yo tuviera latas de gasolina llenas afuera en el estacionamiento. Yo sabía qué hacer.
Fui a ver a la mujer, le confirmé que ella se había quedado sin gasolina y le pregunté si quería que le diera un poco. Ella estuvo de acuerdo y vertí el contenido de una de las latas en el tanque de su camioneta. Luego ella pudo arrancar el motor de su camión en su primer intento.
Dios me dio la oportunidad de ser prójimo de un extraño. Al orquestar las circunstancias de nuestras vidas, él me proporcionó una cita divina para mostrar misericordia en respuesta a mi oración de ser un mejor prójimo en el futuro. ¡Imagínese lo feliz que me sentí al ser usado por Dios de esta pequeña manera!
Que Dios le conceda citas divinas con extraños, por aparentemente intrascendentes que sean, durante las próximas semanas mientras usted busque vivir su vida con propósito para su gloria.